Santoral del 13 de abril: Miércoles Santo, día en que Judas, discípulo, arregla traicionar a Jesús por 30 monedas de los rabinos del Templo

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El Miércoles Santo es un día que Cristo decidió pasarla en oración en la casa de su amigo Lázaro, en Betania. Es el cuarto día de la Semana Santa y el último día de la Cuaresma, que se había iniciado en el Miércoles de Ceniza, cuando Jesús comenzó sus 40 días en el desierto, antes de su entrada a Jerusalén el Domingo de Ramos.

El Miércoles Santo es el fin también de la primera parte de la Semana Grande o Semana Santa. Ya que luego comienza el llamado Triduo Pascual, que en la liturgia cristiana es el tiempo que va desde la Cena del Jueves Santo, la Pasión y la Muerte hasta la Resurrección de Jesús en el domingo de Pascua.

Este Miércoles Santo es denominado por muchos también como el primer día de luto de la Iglesia. El día en que Judas Iscariote, uno de los 12 discípulos de Jesucristo, se reúne con los Rabinos del Sanedrín, tribunal religioso judío de aquella época, y pacta el pago de 30 monedas a cambio de entregar a su maestro para que sea juzgado.

Como se sabe al leer el Santoral de la Semana Santa, los religiosos de aquellos templos, y en especial, los de Jerusalén, estaban muy fastidiados con ese profeta que se dejaba llamar Hijo de Dios y que los cuestionaba permanentemente por su falta de valores espirituales. Creían que había llegado la hora de sacarse de encima a Jesús de Nazaret, de acusarlo y de hacerlo matar. Y para eso fue necesaria contar con la “traición de Judas”.

Muchos de los militares del ejército del Imperio Romano que irían a tenderle una trampa a Jesús no lo conocían, no lo habían visto cara a cara, y tampoco sabían bien dónde estaba viviendo, puesto que se movía permanentemente por la zona. Los rabinos y Judas sabían que había que buscar el lugar ideal para lograr detenerlo.

Recordamos dos momentos de la historia de la cristiandad al leer a San Mateo, otro de los discípulos de Jesús, cuando escribe en su Evangelio (26, 14-25) sobre este Miércoles Santo:

• “En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:
  
  
• -“¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?”
  
  
• Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo. (…).
  
  
• (…) “El primer día de los Ázimos (un pan típico de la época, sin levadura) se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
  
  
• -“¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?”
  
  
• Él contestó:
  
  
• -“ld a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: “El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”.
  
  
• Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua”.
  
  

La cena de celebración de la Pascua era el principal momento de esos días de la festividad judía y se comía una pata de cordero o un cordero entero, acompañado del pan ácimo o matzá (sin levadura, con el que se habían alimentado los hebreos en su travesía del desierto), huevo cocido y hierbas amargas con reiterados brindis.

En el texto del Evangelio citado arriba, San Mateo menciona (como los otros apóstoles) la cena del Jueves Santo, porque Judas necesitaba saber dónde sería el encuentro para citar ahí a los sacerdotes del Templo de Jerusalén que irían a detener a Jesús con los soldados romanos.

También se nota que Jesús dice: Id a la casa de Fulano. En las escrituras del principio de la cristiandad, se ponía Fulano o El Hombre Este cuando no era necesario nombrarlo para el que escribía. No era peyorativo ni falta de respeto. Pero siempre se creyó que se trataba de un amigo de Cristo a quien él conocía mucho.

La cena pascual, la del Jueves Santo, será por tanto La Última Cena entre Jesús y sus 12 Apóstoles. La última vez que estarán juntos. Una cena en la que Jesús dejará muchas nuevas enseñanzas. Y que confirmará la tristeza de este Miércoles Santo en el que Judas decidió traicionar a Jesús y entregarlo para su sacrificio.

Otros Santos del 13 de abril

• San Hermenegildo, mártir. (564-585). Fue hijo de Leovigildo, rey de los visigodos en España y por tanto, criado como toda la familia en el arrianismo, lejos de la Iglesia Católica. Siendo heredero natural de la corona, tan él como su hermano, Recaredo, ingresaron a la Escuela de artes y ciencias del enorme teólogo e intelectual San Leandro, histórico obispo de Sevilla. Y con él, ambos se hicieron católicos, algo totalmente rechazado por el rey Leovigildo. Se casó con Ingunda, ferviente cristiana, quien era hija del rey de los francos. Desheredado, su pasión lo llevó a enfrentarse con su padre en una guerra de 3 años que culminaría con su propia muerte ordenada por el rey padre. Pero Hermenegildo tuvo el don de alentar a su hermano Recaredo para que, cuando llegara a la corona, convirtiera al imperio y por tanto, a todo España en cristiana del catolicismo. Y así sucedió. Cuando Recaredo asumió, y con el consentimiento de su padre por la memoria del hijo que había mandado a matar con solo 21 años, el nuevo rey sumó a San Leandro, obispo de Sevilla, a su destino y convocaron al concilio III de Toledo, en el que se rechazó para la siempre la herejía arriana y el reino abrazó ya para siempre la fe de la Iglesia Católica.
  
  
• San Carádoco. (¿?-1124). Presbítero y ermitaño nacido en Gales. Antes era arpista en el palacio real y servía al rey pero al notar como los cortesanos trataban a los hombres, decidió dedicar su vida a Dios. Y lo hizo bajo la dirección del abad Teliavo.
  
  
• San Martín I, Papa. (¿?-655). Nacido en la región de Todi, Italia, fue el Papa 74° de la Iglesia Católica, en tiempo que el Imperio Político dominante estaba en Constantinopla. San Martín I gobernó entre los años 649 y 655 cuando en un concilio condenó el monotelismo que apoyaba el emperador Constante II y lo excomulgó. El emperador lo hizo detener inmediatamente y expulsado del Trono de Pedro, fue sometido a un juicio en Constantinopla donde se lo maltrató con crueldad. Murió en Crimea donde había sido desterrado.
  
  
• Santo Sabás Reyes. (1883-1927). Mártir nacido en Cocula, México. Se dedicaba a formar catequistas en tiempos de la persecución del presidente Plutarco Elías Calles, razón por la que fue capturado y asesinado.

• San Urso de Rávena. (?-425). Italiano de profunda fe en Cristo, fue obispo en Classe. Y luego, decidió trasladar la sede epicospal a Rávena, en la Flaminia itialiana. Fundó la Basílica Ursina, dedicada a la Resurrección de Jesus.
  
  
• Beato Albertini. (1250-1294). Nacido en Umbría, Italia, fue prior del monasterio de Santa Croce de Fuente Avellana, perteneciente a la Orden benedictina. Era un hombre de paz y soledad, tuvo una vida eremítica y se encargó de conciliar varias ciudades enemistadas.
  
  
• Beata Ida de Boulogne. (1040-1113). Beata nacida en Bolonia que al morirse su marido (el conde de Boulogne) se ocupó de ayudar a los pobres y donar a diversos monasterios como por ejemplo al monasterio de Saint-Wulmer en Boulogne y el de Saint-Michel-du-Wast.
  
  
• Beata Ida de Val-des-Roses. (¿?-1290). Joven a la que le costó mucho en su familia su vocación religiosa a la que finalmente se dedicó en el Monasterio cisterciense de Val-des-Roses, en la ciudad homónima francesa.
  
  
• Beato Juan Bernardo Scubilión. (1797-1867). Nacido en Borgoña, formó parte del Instituto de las Escuelas Cristianas, donde enseñaba a los niños y a los pobres. Un día se marchó a la isla de la Reunión (Océano Índico) a enseñar también a los esclavos.
  
  
• Beata Margarita de Meldola. (1287-1320). Niña nacida en la ciudad de Meldola, en Vado, Italia, a fines del Siglo XIII. Y nació ciega, jorobada y casi sin poder caminar. Al ver que no progresaba, sus padres la abandonaron. Sobrevivió por vecinos de la ciudad y por su fe en Cristo. Y cuando creció, fue admitida en el Monasterio local como laica dominica. Se distinguió por su ferviente oración, por su fe cristiana, su solidaridad y su amor por la Sagrada Familia. Es amada en su ciudad.