Santoral del 6 de abril: día de San Ireneo Obispo de Lyon, el sacerdote de Asia Menor que iluminó Roma en el siglo II

Era una época en que todo estaba por hacer. En el mundo y en la Iglesia Católica. Corría el año 157 de la era cristiana cuando Irineo, el joven religioso nacido en la actual Turquía (por entonces Esmirna, Anatolia), con solo 17 años, llegaba a la Galla francesa porque sus maestros lo consideraban un intelectual digno de Roma.

Lo era. San Irineo pensó, argumentó y escribió como pocos. Al punto que 1.820 años después de su muerte, el Papa Francisco nombró a San Irineo Doctor de la Iglesia, un título que solo puede dar un Papa o con Concilio Ecuménico, y que significa reconocimiento de la erudición y la obra de un Santo en la historia de la cultura cristiana.  Francisco firmó el decreto este 21 de enero de 2022, confirmando la grandeza de aquel adolescente viajero.

Irineo había nacido en Asia Menor en el año 140 (tal vez antes se afirma) y tuvo, se sabe, uno de los mejores maestros que podía tener en ese momento en Oriente: el anciano obispo Policarpo, quien a su vez, había sido discípulo de Juan el Evangelista, apóstol y creador del Evangelio según San Juan del Nuevo Testamento de la Biblia. Fue Policarpo quien le vio un talento especial para escribir y argumentar, pero también, ciertas condiciones de tranquilidad, conciliación y acercamiento a los otros que hablaban de su santidad.

Lo envió entonces en barco a Marsella. Y el joven Irineo se estableció en Lyon (por entonces llamada Lugdunum) donde fue ordenado sacerdote primero y presbítero prontamente. Fue solo el azar (o el designio de Dios) lo que permitió que Irineo no muriese en la masacre de 48 cristianos de Lyon ocurrida en el año 177 por el orden del rey Marco Aurelio. Irineo justo había sido mandado por su diócesis a presentar sus teorías doctrinales al Papa Eleuterio en Roma.

San Irineo era muy piadoso, y pedía clemencia para muchos sacerdotes que tenían opiniones diferentes, o que celebraban la Pascua en una fecha distinta. Todo eso fue visto por el Papa Eleuterio que decidió designarlo Obispo de Lyon sucediendo al mártir obispo San Fotino, que había muerto en la masacre.

San Irineo gobernó la diócesis de Lyon desde el año 178 hasta su muerte en 202. Gran teólogo y filósofo, los libros de San Irineo le han valido desde entonces un lugar entre los llamados Padres de la Iglesia (aquellos que dejaron doctrina irrefutable). Su Tratado contra las Herejías en 5 tomos no solo es una gran obra de la teología cristiana sino que además, es también una irrefutable respuesta a los gnósticos (científicos refutadores de las divinidades cristianas), tan florecientes en ese tiempo. Los gnósticos perdieron trascendencia luego de aquel libro cuyo título completo es “Desenmascarar y refutar la falsamente llamada Ciencia”.

San Irineo (cuyo nombre en griego significa pacífico o pacificador) fue clave para convencer al Papa Víctor I que no separase de la comunión a aquellos cristianos de oriente que, por proximidad e historia, celebraban la Pascua el mismo día que los judíos.

Ese San Irineo de grandes ideas y rigurosa prosa, fue presentado al Papa por los propios franceses como “Guardián del testamento de Cristo”. Su obra estuvo sobradamente a la altura de lo que todos veían en él desde muy joven. Y al morir, es venerado por cinco cultos: Iglesia Católica, Iglesia Ortodoxa; Luteranismo; Iglesias Ortodoxas Orientales y Comunión Anglicana.

Otros Santos del 6 de abril

• San Pablo Lè Bao Tinh. (1793-1857). Sacerdote y mártir vietnamita autor de un compendio de la doctrina cristiana, quien fue perseguido y decapitado en tiempos del emperador Tu Duc.
  
  
• San Eutiquio. (512-582). Patriarca ecuménico de Constantinopla. Apoyó al Emperador Justiniano I, pero cuando no coincidieron en un dogma, este mandó a arrestar a Eutiquio y luego lo exilió.
  
  
• San Filarete. (1020-1070). Abad asceta de origen calabrés que vivió con austeridad en el monasterio de San Elías junto al monte Aulinas, en Palmi. Es venerado como santo por la Iglesia Católica y por la Iglesia Ortodoxa.
  
  
• San Guillermo. (1125-1203). Sacerdote francés de gran formación, fue superior de la colegiata de Santa Genoveva de París. Y luego, fue enviado por la Iglesia a la isla de Eskilso, cerca de Roskilde, en Dinamarca. Allí tuvo la difícil misión de restaurar la disciplina perdida en los monasterios de la región. Con severidad (echó a monjes que no acataban reglas) pero con convicción hizo una gran obra y fundó el monasterio de Santo Tomás en Seelandia.
• San Pedro de Verona. (1205-1252). Sacerdote italiano de la Orden de los dominicos que predicó por todo Italia, fundó un monasterio en Milán y fue Inquisidor de Lombardía (nombrado por el papa Inocencio IV). Fue asesinado cuando iba de Como a Milan en el año 1252.
  
  
• San Prudencio Galindo. (¿?-861). Nacido en España, se marchó a Francia muy joven escapando de los musulmanes por su religión cristiana. Historiador de gran educción y sabio teólogo, fue consagrado obispo de Troyes, ciudad francesa a orillas del río Sena, a unos 180 km de París, donde fue muy querido.
  
  
• Santa Gala. (Siglo VI). Hija de Simaco, patricio romano asesinado muy joven, esta mujer romana sumó otra desgracia que fue la muerte de su marido a un año de su casamiento. Con mucho dinero heredado, se dedicó a la caridad con una vida de gran austeridad cerca de la Basílica de San Pedro, donde fundó un convento y un hospital. Se le atribuyen numerosos milagros y el Papa San Gregorio I escribió con honra de su vida.
  
  
• Beata Catalina de Palancia. (1437-1478). Religiosa italiana que en el año 1450 se unió a un grupo de mujeres eremitas en Lombardía y luego con ayuda de varias compañeras fundaron las Monjas Eremitas de la Orden de San Ambrosio de Nemus, aprobada por el papa Sixto IV en 1474.
  
  
• Beato Ceferino Agostini. (1813-1896). Sacerdote italiano que fundó un oratorio femenino para formar a un grupo de jóvenes, de las cuales algunas decidieron vivir en comunidad y crearon la Congregación de Ursulinas Hijas de Maria Inmaculada.